miércoles, 29 de abril de 2009

Durmiendo en las alturas

El sábado decidí pasar un día diferente y reservé una habitación en el nuevo hotel Eurostars Madrid Tower de 5 estrellas, en una de las cuatro torres que desde hace unos meses han cambiado el skyline de Madrid. Probablemente hay varios hoteles mejores de su categoría en la capital, pero me pareció muy interesante el precio razonable que están ofertando estos primeros meses de vida del hotel, para ser un cinco estrellas, unos 133 euros la habitación doble sin desayuno (IVA incluido).

El hotel comprende desde la planta baja hasta la trigésima. Por encima, el rascacielos está destinado a oficinas. Así que las vistas dependerán mucho del piso donde se ubique la habitación en donde te alojen. De todas formas, el hecho de que el edificio tenga otras dos torres de la misma altura a los lados, sobre todo la de Caja Madrid que es la más cercana a la ciudad, hace que desde el hotel sólo haya vistas al Barrio del Pilar, La Paz y la sierra de Madrid por un lado, o la zona de la Estación de Chamartín por el otro. También por unas pocas ventanas se pueden ver las Torres KIO, pero como digo la primera torre tapa las vistas que darían al centro de la capital.

Eurostars Madrid Tower tiene todos los servicios propios de un cinco estrellas: portero, conserjería, bussiness centre, lobby bar, babysitter, limusinas, lavandería, peluquería, masajes, restaurante gastronómico en la planta 30ª… También hay un Well Health Club en la planta 29ª con un gimnasio con los aparatos necesarios, pantallas planas de TV, con amplios ventanales y un mini Spa, bastante decepcionante en sus prestaciones.

Las habitaciones, que al final es donde uno pasa la mayor parte del tiempo en un hotel de ciudad, son amplias, con un bonito diseño y muy bien equipadas. Y por supuesto con unos grandes ventanales… hay que explotar que estamos en un rascacielos. Cama de 1’80 de ancho, escritorio, tele de LCD (algo pequeña para mi gusto), Wi-fi, mandos en la pared de la cama para abrir y cerrar la enorme persiana,… y otra persiana de madera para que entre luz natural en el baño, dividido en tres partes: WC, ducha y bañera/lavabo.

¿Y pegas? Siempre las hay, como la falta de al menos un espejo en la habitación –al menos dentro del armario- sin necesidad de ir al lavabo, más cajones para la ropa, un reproductor DVD o si me apuras hasta la posibilidad de conectarte a Internet desde la TV con un teclado portátil que puedes usar desde la cama, como he visto en algunos hoteles de EE.UU. Y ¡ojo!, que aunque no es un sonido muy fuerte (porque yo estaba en una planta medianamente alta), se oyen las ambulancias que entran y salen del vecino Hospital de La Paz. Pero en definitiva, otro gran hotel para la ciudad de Madrid.

lunes, 27 de abril de 2009

Cuando los malos llevan corbata


He visto en el cine The International. Dinero en la sombra, un apasionante thriller donde el Agente de la Interpol Louis Salinger (interpretado por el guaperas británico Clive Owen) y la ayudante del Fiscal del Distrito de Manhattan, Eleanor Whitman (una desaprovechada Naomi Watts) están decididos a llevar ante la justicia a uno de los bancos más poderosos del mundo. Ya se sabe que hace décadas los malos eran los mazis, luego vinieron los soviéticos –más tarde rusos-, a finales de siglo los árabes fundamentalistas, y ahora, con una crisis galopante que se cobra ‘víctimas’ diaria, los villanos son los bancos y las grandes corporaciones chupa sangre.

Con un comienzo espectacular, el filme va decayendo según pasan los minutos de metraje. Aún así, el ritmo, la puesta en escena y la trama la convierten en una película, a mi gusto bastante interesante, sobre todo visualmente. También porque trata el tema del poder de las entidades financieras y grandes compañías capaces de controlar masas, derrocar gobiernos y financiar indirectamente a delincuentes con tal de tener beneficios. Que pena que el guión no sea algo mejor.

The International tiene similitudes con algunos trhrillers de los 60, pero con el indudable salto en el tiempo de la era post Bourne, con escenas de acción muy bien resueltas como el tiroteo en el Museo Guggenheim de Nueva York. La cinta viaja por el mundo como en la saga Bond con excelentes localizaciones y una eficaz dirección de fotografía. Clive Owen está correcto en su papel y Naomi Watts pasa sin pena ni gloria por el film. Pero en fin, a pesar del descafeinado final, se trata un estreno de intriga y suspense entretenido y bastante decente.

jueves, 16 de abril de 2009

Londres imprescindible


Mi buena amiga Tamara ha volado hoy a Londres a pasar unos días de merecidas vacaciones, y su viaje ha devuelto a mi memoria mil cosas que he visto, sentido y vivido en la capital británica, en la que permanecí un año de mi vida. Y recordando y recordando he pensado que si tuviera que recomendar, por ejemplo, diez lugares o rutas imprescindibles de esta gran urbe, me sería muy difícil, porque seguro dejaría muchos sitios dignos de conocer, pero me voy a lanzar, por si a alguien le sirve de ayuda en unas próximas vacaciones.

1. El distrito de Westminster, con el Parlamento de Londres, la torre del reloj -Big Ben-, la Abadía de Westminster, el Whitehall, el London Eye -la gran noria que se construyó para celebrar la llegada del Milenio-, St. James Park y el Palacio de Buckingham.

2. Un paseo por la City, el centro de negocios más importante de Europa, con parada en la Catedral de St. Paul para cruzar posteriormente el río Thamesis por el Puente del Milenio del arquitecto Norman Foster que conduce a la Tate Modern.

3. El West End, incluyendo el Soho, Leicester Square, Covent Garden y un recorrido a pie por las calles más concurridas, comerciales y significativas de la ciudad: Oxford Street, Carnaby Street y Regent Street, y por supuesto la mundialmente conocida Picadilly Circus.

4. Trafalgar Square con su imponente estatua del almirante Nelson y en lo alto la grandiosa National Gallery, que alberga en su interior obras imprescindibles en la historia del Arte como La Venus del Espejo de Velázquez, Sansón y Dalila de Rubens, La virgen de las rocas de Leonardo Da Vinci o Los girasoles de Van Gongh.

5. Camdem Town y su peculiar mercadillo de los domingos, donde podrás encontrar y comprar casi todo lo que te puedas imaginar. Y lo que nuncas has imaginado.

6. La Torre de Londres y el Tower Bridge, dos símbolos históricos de la ciudad.

7. El British Museum, probablemente uno de los dos o tres museos más espectaculares del mundo.

8. Hyde Park, el gran pulmón verde en medio de la gran urbe.

9. Llegar en metro en superficie al moderno distrito de rascacielos de Canary Wharf y los Docklands y cruzar el río a pie por un paso subterráneo hasta Greenwich, donde se encuentra el famoso meridiano y un parque con una vista increíble. Se puede volver al centro en barco por el Támesis, el trayecto merece la pena.

10. Los tres espléndidos museos en South Kensington: Natural History Museum, Victoria & Albert Museum y Science Museum.

lunes, 13 de abril de 2009

Estética pura sobre las tablas


Fui el sábado a ver la penúltima representación de Hamlet en las Naves del Teatro Español. Dos días después creo que aún continúo en estado de éxtasis tras las casi cuatro horas de duración de un espectáculo sublime que el director esloveno Tomaz Pandur ha puesto en pie en el polivalente escenario del Matadero de Madrid.

Todo es mágico en este montaje, desde la espectacular escenografía de Numen, la magnífica composición musical de Silence, el apropiado vestuario de David Delfín, el imponente diseño de sonido de Mariano García o la precisa y creativa iluminación de Juan Gómez Cornejo. A esto se le suma una inconmensurable Blanca Portillo en el papel de Hamlet y un cortejo de actores secundarios que realizan un trabajo muy sensato, todos bajo la batuta de Pandur, un director que ya se siente en España casi como en casa, tras regalarnos en los últimos años algunas grandes obras como Inferno o Barroco. Y por supuesto sin olvidar que estás frente a un Shakespeare, quizás ante su obra más grande y más veces representada, la del príncipe de Dinamarca.

En un escenario inmenso donde el agua cobra vida propia y las luces y las sombras se convierten en niebla y tinieblas, se desarrolla este Hamlet contemporáneo, oscuro, siniestro, complejo, atormentado como el sello que impregna Pamdur a sus obras. El texto se diluye en la atmósfera pausada, que se detiene y que envuelve el sonido de la respiración del público que abarrota la sala. Los actores, corren, saltan, gritan, luchan, hablan. Su preparación mental y física es admirable para enfrentarse a cuatro horas de catarsis teatral interpretando al clásico de los clásicos. Incluso en el intermedio, en nuestro descanso y en su descanso (que no lo es), la representación sigue, the show must go on y el café del teatro se convierte en un cabaret con Asier Extendia cantando en el escenario y los actores integrados entre el público mientras el bar no para de servir bebidas y empanadillas.

Lástima que este apoteósico espectáculo teatral estéticamente perfecto y textualmente correcto sólo haya permanecido dos meses en cartel, pese a la dificultad de encontrar entradas en las semanas finales, y que no vaya a realizar gira por culpa de la complejidad del escenario.

jueves, 2 de abril de 2009

Sol naciente en Chamberí

La otra noche estuve cenando con unos amigos, bueno puntualizo, con unos muy buenos amigos, en un restaurante japonés del que me habían hablado bastante bien. No nos decepcionó, aunque mejor me atrevo a decir que no me decepcionó, porque mis amigos no son muy propensos a japoneses. Reservé y les convoqué yo. Ellos pidieron lo menos japonés de la carta y lo que estuviera más cocinado. Bueno, el sitio en cuestión se llama Nagoya, y tiene dos establecimientos en Madrid. Concretamente nosotros fuimos al de la calle de Trafalgar, en el distrito de Chamberí.

No soy un gran entendido en japoneses, pero me estoy aficionando últimamente a su comida y he probado ya algunos en Madrid. De primero pedimos una tempura de verduras y langostinos que no estaba mal. Luego probamos varios tipos de makis, de aguacate, de langostinos,… que estaban muy bien hechos. Pero lo que más me gustó fue la bandeja de sushi que pedí, un surtido de varios tipos: salmón, atún, langostino, huevas de salmón, tortilla japonesa,el único que no me gustó fue el de caballa. Dicen que “para gustos, colores”. Y una cosa es segura, una vez que pruebas estos platos con unos cortes excelentes en un japonés de verdad como éste, luego no puedes comerte los maki y los sushi que te ponen en el asiático de turno, como el que tengo cerca de mi trabajo.

En cuanto al local no es nada del otro mundo, pero la verdad es que muchas veces se agradece que se dediquen todos los esfuerzos en tener una comida fresca y de calidad y un servicio atento y agradable que no tanta decoración ornamental y con tantos detalles del país asiático, que muchas veces sólo sirven para recargar el ambiente. Por cierto, ya que nombro el ambiente, me resultó muy agradable, sin mucho ruido, que es fundamental. Una pega: que las mesas de la entrada están muy juntas. Por suerte, nosotros éramos siete y nuestra mesa estaba algo apartada.

¿Y el precio? Bastante barato. Comiendo y quedándose satisfecho os puede salir entre 25 ó 30 euros por cabeza con vino y postre. Restaurante japonés muy recomendable. Los hay mejores en la capital (y también más caros), según varias guías y clasificaciones que he consultado, pero éste tiene unos platos sencillos y abundantes y la calidad de los ingredientes es bastante buena.