domingo, 20 de septiembre de 2009

¡Arriba el telón!


Llega el otoño. Este próximo martes 22 en torno a las once y veinte de la noche cambiaremos oficialmente de estación, y diremos adiós al verano. Tras el parón estival, el teatro resurge con toda su artillería. Los estrenos se suceden estos días sin parar (algunos montajes han ido aterrizando desde finales de agosto y principios de septiembre).

La escena, sobre todo la madrileña, está más viva que nunca. Ha estado tantos años con el apellido “crisis” tras su nombre, que ahora que la crisis se extiende a toda la economía española (incluso mundial), el teatro ha renacido con una salud de hierro, con las salas llenas, actores de cine que se suben al escenario, y obras que vuelven a reestrenarse a petición del público.

La nueva temporada promete. Por ejemplo, en las tablas madrileñas podremos ver en las próximas semanas y meses a dos colosales actrices que comparten escenario por vez primera. Nuria Espert y Rosa María Sardá protagonizan en el Matadero La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, bajo la batuta del genial director catalán Lluis Pascual. Otro director, el provocador Calixto Bieito, trae al Valle-Inclán la obra Don Carlos, de Friedrich Von Schiller, con Carlos Hipólito como cabeza de cartel. El Centro Dramático Nacional también estrena un mini festival internacional titulado Una mirada al mundo que acercará a la capital cuatro producciones extranjeras, la primera, 1984, dirigida por el oscarizado actor, Tim Robbins. La actriz Charo López ha vuelto a los escenarios con la obra de Ariel Dorfman, El otro lado, y otro intérprete que vuelve tras 22 años alejado de las tablas es Viggo Mortensen, que ha elegido el Matadero de Madrid para su vuelta, junto a Ariadna Gil.

Y otras obras vuelven. La mejor de ellas es, sin duda, Un dios salvaje, de Yasmina Reza, unas de las más divertidas de la temporada pasada (que ya comenté en su día) y que os recomiendo encarecidamente. Sobre las tablas: Aitana Sánchez-Gijón, Maribel Verdú, Antonio Molero y Pere Ponce. También merece mucho la pena el regreso de Ana Belén, Fran Perea y Alicia Hermida al Bellas Artes, en una versión de Juan Mayorga de Fedra. Y aprovecharé para ver ya que por diferentes motivos se me escaparon en temporadas pasadas: El encuentro de Descartes con Pascal Joven, Espinete no existe, Mi primera vez y Urtain.

Ya iremos comentando. Sube el telón. Se abre la temporada. ¡Qué gran noticia para los que amamos el teatro!

martes, 8 de septiembre de 2009

Norte y sur con cinco estrellas


Septiembre. ¡Qué lejos queda el caluroso julio de mi último post! El verano ha parado temporalmente este blog que hoy recupero para quien quiera compartir conmigo mis diez sentidos. Estos meses veraniegos me han dejado muchas cosas que contar en la nevera. En este post recomendaré dos hoteles cinco estrellas en los que he estado este agosto en dos bodas. Una en cada punta de España: Arcos de la Frontera (Cádiz) y Boltaña (Huesca).

El Hotel Cortijo Soto Real está en Andalucía, cerca de Sevilla y de Jerez. Se trata de un lujoso hotel situado en una finca de 2.400 hectáreas que antes de estos menesteres fue propiedad de un príncipe árabe, que construyó un palacio. Aquí se celebró la boda de unos amigos que se casaron en Arcos de la Frontera. El entorno es formidable, como si estuvieras perdido en medio de un oasis. El hotel, que tiene unas amplísimas habitaciones con baño de hidromasaje, dispone de Spa, Gimnasio y hasta su propia Yeguada con espléndidas cuadras. El que lo quiera puede solicitar rutas guiadas en caballo o en calesa. El Cortijo tiene una selección de caballos de pura raza española y árabe y se pueden hacer diferentes rutas dependiendo de la experiencia. Ideal para celebraciones: bodas, convenciones de empresa,…o una reunión familiar.

El Monasterio Boltaña de la cadena Barceló es un precioso hotel en la localidad de Boltaña en el pirineo aragonés (Huesca), que nace tras la renovación del antiguo Monasterio del Carme, del siglo XVII. Está situado en un maravilloso enclave a orillas del río Ara, y su fusión de la antigua piedra del centenario monasterio con las modernas habitaciones y un cuidado diseño interior lo convierte en un hotel espectacular, un magnífico cinco estrellas para descansar. No le falta de nada: piscina de verano con solarium, fitness center y un magnífico Spa de 1.100 metros cuadrados. También ideal para celebraciones. Yo concretamente, como decía, fui a una boda que se celebró en la propia iglesia anexa al Monasterio, y al convite y a la fiesta posterior en la discoteca del hotel. Altamente recomendable. Volveré en invierno. Debe de ser aún más bonito con nieve en el exterior.