
El verdadero problema de Telecinco es que la gente se ha (nos hemos) terminando cansando de la poca imaginación, nula creatividad y escaso buen gusto de su programación. Llevan años sin renovarse, sin apostar por nuevos formatos, ni arriesgarse un ápice. Como eran líderes, debían pensar que para qué cambiar. Pues porque hasta de las ostras y el caviar uno se termina cansando, y más cuando, salvo escasas excepciones, Telecinco no nos suele dar para comer ninguno de estos dos platos.
El público, que es más inteligente de lo que las cadenas piensan, se ha hartado de tanto programa del corazón con personajes sin nada que aportar; del mismo reality-show (Gran Hermano) repetido continuamente durante casi diez años, o sus híbridos como “La casa de tu vida”, “Hotel Glam” o el algo más atrevido “Supervivientes”; los mismos debates de siempre con los mismos tertulianos; y las series españolas que estiran y alargan hasta que aburren, aunque ya no quede casi ni uno de los personajes que estaban en sus inicios como “Los Serrano”, “Siete Vidas” u “Hospital Central”. Ni siquiera los estrenos esta semana de las series españolas “¡A ver si llego!” o “Acusados” (por sus discretos índices de audiencia iniciales) parece que les harán remontar.
Señores de Telecinco, hijos de Vocento y Berlusconi, pónganse las pilas o los nubarrones no se irán de Fuencarral. Ya no tenéis ni siquiera la Fórmula 1 y tenéis que recurrir a pescar algún partido del Barça en la Copa del Rey o las migajas de la UEFA. ¿Qué será de vuestra tele cuando se produzca el apagón analógico?, porque vuestros dos canales de la TDT, a diferencia de los del Grupo Antena 3, no sirven para nada.