martes, 24 de febrero de 2009

Crónica de un éxito anunciado

Sábado 21 de febrero, siete y cuarto de la tarde. El sol se ha puesto ya en Madrid. Decenas de personas aguardan en la acera de la calle de Albuquerque esquina con la de Palafox. Las puertas de la Sala Clamores permanecen aún cerradas. El zaguán del mítico local y su escalera están abarrotados. Pasan los minutos. La gente se impacienta. ¿Todavía no han abierto la puerta?, pregunta una pareja que acaba de llegar. Un coche no para de tocar el claxon porque otro ha aparcado en la salida de un garaje con nada menos que tres grandes carteles de VADO bien visibles. Una señora de mediana edad pasa por delante de la sala con un chico joven, previsiblemente su hijo, y al ver tanta gente y expectación no se resiste a irse sin saber qué figura del espectáculo actúa hoy. Se acerca al cartel de la pared con la programación mensual de Clamores. A ver..., 21 de febrero…, Jose Zúñiga. Se van sin más. Quizás cuando llegue a casa, y si es adicta a las nuevas tecnologías, vaya corriendo al Google y teclee Jose Zúñiga. Quizás no, y olvide este nombre para siempre. Qué más da. Nosotros esta noche seremos afortunados y le veremos cantar.

Por fin se abren las puertas. Bajamos la escalera y entramos al local. Pasan quince minutos de las siete y media, y el artista acaba de salir a escena. En la sala (o en el bareto, como le gustaría a Jose que dijera) no cabe ni un alfiler. Unas 200 personas están ya sentadas en la parte de las mesas o de pie en la barra atentos a las primeras palabras musicales de mi amigo Zúñiga, su Autorretrato. Echo un vistazo al público asistente. El mosaico de edades comprende desde la veintena hasta la sesentena, incluso puede que alguien supere los setenta. También de ocupaciones. Hay estudiantes, ingenieros, arquitectos, abogados, magistrados, cantantes, economistas, directores generales, funcionarios, poetas, periodistas, comerciantes, escritores, profesores, políticos, consultores, internautas adictivos y muchas más que no soy capaz de identificar. Porque muchas caras presentes me son conocidas, otras no.

Acaba la primera canción. Primeros aplausos. El artista da la bienvenida, musita unas palabras y raudo y veloz se lanza con el segundo tema de la velada: Elegía. El ambiente es distendido. Los asistentes se susurran cosas al oído. Los camareros no dan abasto para atender, porque el alcohol fluye por las copas y las mesas de forma frenética. En fin. Ya vamos por la tercera y la gente se anima. Y más aún con el tema que da título al recital de hoy: ¡Ay qué vida! Dolores, enfermedades, hablar con el vecino, petar en la M-30, el ordenata, el móvil, tender la ropa,… Risas, muchas risas, vítores… ¡Que no decaiga!

“Una mañana al despertarme y cuando la casa olía a café, me habían traído el desayuno a la cama, leía la prensa, y leyendo a Manuel Vicent se me ocurrió esta canción”, explica Zúñiga. Murmullos en el patio de butacas. Lo del “desayuno en la cama” ha despertado risas. “Me lo traen todos los domingos”, añade el autor con una sonrisa en la boca. Gritos de Lidón, Lidón… (en alusión a su esposa). El tema Yo también te dedico una canción se traduce en un homenaje particular del cántabro a Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, y consigue que todos los asistentes acepten con agrado el regalo de un sueño.

Por una de aquellas idas y venidas musicales de la tarde, llega uno de los grandes éxitos del cantante cántabro, Historia de un ascensor. Los asistentes escuchan perplejos cómo el elevador de Padre Damián que sube y baja cuando quiere, desgrana una magnífica y autobiográfica historia de amor, de pasión, de vida, con alguna que otra licencia poética. ¡Magnífica interpretación!

El cantautor introduce un tema que habla de tres amigos en el barrio de Lavapiés, Pipas de agua. El ala oeste del garito, que alberga al grupo de MySpace, aplaude enérgicamente. La historia se desarrolla en la calle Primavera, un sábado cualquiera, esquina con la fe. Mis vecinas de la mesa de al lado cuchichean algo. Pongo el oído, sólo con el propósito de hacer esta crónica lo más completa posible. Parece ser que una de ellas, qué coincidencia, vive en Lavapiés, creo que incluso en la misma calle de la Fe. ¡Qué cosas!

El director decide entonces hacer una pausa y fumarse un pitillo. Presenta a uno de los artífices de que el de Torrelavega vuelva a estar esta noche encima del escenario. Pablo Medel nos deleita con una de sus canciones y luego le regala los oídos al anfitrión, con el que realiza a posterior un estupendo dúo para gritar ¡me liberé! Aprovecha entonces el polifacético artista para enseñar a la cuarta pared su recopilatorio libro de poemas que recientemente ha publicado Ediciones del Primor. “Probablemente lo tendréis todos, pero para el que no, aquí dejo algunos en primera fila”, dice. Luego el aire limpio de la función (prohibido fumar) nos trae otro de los éxitos del cantautor montañés afincando hace décadas en Madrid, Hey Pelele, y tras esta, Jose Zúñiga nos regala El tiempo, cuyo anuncio es aplaudido de forma vehemente por el Chivi y la inconmensurable Maite, que por cierto no para durante todo el concierto de levantarse y posar el objetivo de su cámara en el artista. ¡Habrá que ver ese excepcional documento visual!

Bueno, todavía hay tiempo para meterse con las autoridades eclesiásticas y militares, en El burro explosivo y Locuras de los curas, porque como dice Zúñiga desde las alturas, “hoy toca meterse con alguien”, y busca la complicidad del público en los coros. ¡Qué mal lo hacemos todos, por cierto! También dedica una de estas canciones a sus amigos de estudios universitarios en Deusto. Por ahí se oyen gritos cómplices de ¡director, director!

Tras En las tierras altas y la preciosa Hoja de ruta, el compañero Jose se despide con una canción especial dedicada a su musa María Pasión, su fiel escudera en su ruta particular, “ahora abuela”, recuerda él mismo. Sesenta pone fin a un recital rico en todos los sentidos. Inquietante, emocionante y conmovedor a la vez. Ovación final. Vuelan rosas rojas hacia el coso. Otra, otra, otra, pide enloquecida la plebe. Gracias por el bis. Gracias por venir. Fin.

3 comentarios:

  1. Gran concierto Jose. A por Clamores 2010!!!

    ResponderEliminar
  2. Con lo poco que le gustan a el las colas
    y nos forma una para verlo en mitad de la tarde,
    en Albuquerque, tiene guasa.
    Eres cada aplauso, cada silla que se ocupó. Cada minuto de espera.
    Un beso desde el ala oeste del Space.

    ResponderEliminar
  3. MIIIIIIIIIIIII BIENNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNN.

    La despistada.

    ResponderEliminar